Os preguntaréis si a mí me gustan los combates. La respuesta es afirmativa, sobretodo si son épicos a la par de espectaculares. En las películas de Marvel, de DC, de Transformers… O en producciones de acción similares (con muchos efectos especiales) ADORO esa clase de combates. De estos el mejor que he visto en el cine se lo llevaría Doctor Strange (mi superheroe favorito), concretamente la batalla contra Caesilius en una Nueva York Fractal. Gods, ojalá poder vivir algo así. ¿Crees que en CrossWorld podría llegar a participar en un combate similar? A ver, no soy un experto en batallas épicas en los animes, pero seguro que podría ser posible, dado lo que ofrecen en Naruto, Dragon Ball, Attack on Titans, Sword Art Online, Twin Star Exorcism, Fate/Grand Order (o mejor inserte cualquier subsaga de Fate), etc. Y si pudiera combatir al estilo musou, ya sería lo mejor que podría hacer como luchador. Desde Hyrule Warriors estoy maravillado por ese género de acción tipo Beat ‘Em Up (y encima no puedo esperar más para Fire Emblem Warriors). Hablaría ahora sobre el tema del dolor y la… Pero mejor reanudemos la acción.
Mi segunda fase de entrenamiento era en el campo de tiro. Será para probar cómo me manejo con las armas a distancia, aunque no he manejado un arco en mi vida, y menos aún un grimorio, porque estos últimos, evidentemente, no son posibles en el mundo real. No, iré a por las armas de fuego. Quiero manejar un cañón como el de Samus o Mega Man desde que en Super Smash bros for Wii U/3DS me encantaba jugar como Mii Tirador. (…) ¿Qué estoy diciendo? ¡Ahora es cuando me van a enseñar a usar mis Orbitales! ¿Los sigo teniendo? (…) En efecto.
Bien, let’s do this.
Estaba en lo cierto: en el edificio usado para entrenarse con armas a distancia se dividía en 3 partes: armas de fuego, magia y arcos. En esta última también se pueden usar dagas arrojadizas, shurikens o cosas por el estilo. La sala de magia estaba ABARROTADA. Con tantísimas magas, y siendo hora punta, no cabía allí ni una mosca. En la otra entrenaban chicas como Setsuna (de Fire Emblem Fates), Masami (de ZGirls), maids como Felicia o Kotori… Ahora bien, ¿Quién es mi entrenadora?
—Justo a tiempo, comandante —Dijo una voz a mis espaldas.
Volví a encontrarme a Saki una vez más. (Pensaréis que por la forma en que estoy describiendo los hechos es porque algo malo va a ocurrir, pero no, ni por asomo. En cambio…) Me invadió una inyección de nerviosismo.
—¿Empezamos ya con el entrenamiento? Quiero quitármelo de encima cuanto antes.
—Eh, para el carro. Paciencia.
Instantáneamente me sentí avergonzado por lo que dije.
—Ay, mis disculpas. Si tengo que pasar por esto durante el tiempo que haga falta…
Mi secretaria entrecerró sus ojos violáceos con delicadeza.
—No pasa nada. No te estaba regañando.
Aún así Saki me dejó un tanto intranquilo.
—Siento… No tener a veces paciencia a corto plazo.
—Está bien —Dijo la chica con un tono que rozaba el aburrimiento, mas recuperó la sonrisa al instante—. Ahora sí. Acompáñame.
No había mucho que decir sobre la zona de tiro para armas de fuego, salvo que era la menos “habitada”. Ahí estaba Maki usando pistolas dobles; Fudo, proveniente de ZGirls y especialista en… Algo que se conoce como “Kendo”, y que disparaba a las dianas con una sola pistola… Ah, y también Delthea, armada con un rifle. No me puedo creer que una maga haya dejado la magia para convertirse en tiradora, aunque, claro, Delthea es la única acostumbrada a la tecnología moderna, al menos de entre las chicas de Fire Emblem Echoes.
—¿Listo para manejar la electricidad con tus Orbitales Fulgor, guapo? —Interrumpió una voz empalagosa. Ah, Ámbar, de Kid Icarus Uprising, la cual me encontré ayer en los pasillos del Aulario.
Dada su condición de guerrera eléctrica divina y sirvienta de la diosa de la naturaleza Viridi, era una chica de edad desconocida pero con el aspecto de una de entorno a los 18. Su pelo era rubio con puntas anaranjadas, ojos azul violáceo, ligera de ropa y con enredaderas alrededor del tronco y las piernas. Mmmmm… No me impresionaba demasiado con respecto a las chicas de Love Live. Y en verdad nunca lo ha hecho con respecto a nadie, pero…
—Buenas, Ámbar. Siendo tú no me extraña en absoluto que vayas a entrenarme en esto.
Maki, Delthea y Fudo se giraron hacia mí.
—El comandante está hecho un hacha en reconocer a la gente —Murmuró la idol de las µ's.
—Si no lo veo, no lo creo —Dijo Fudo.
—Anda, dejadle chicas. Que tiene que esforzarse el pobre. Ya con lo que tengo yo que aguantar… —Replicó Delthea.
—Bien. Sigamos disparando. —Dijo Maki un tanto desganada.
—¡A por todas! —Exclamó Fudo.
Tras esos comentarios, Ámbar me preguntó si ya sabía lo básico sobre mi arma a distancia y le mostré lo que sabía hacer.
—Y bien, que te vaya bien, comandante —Dijo Saki en voz baja antes de marcharse.
Un par de horas después ya manejaba los orbitales incluso mejor que la lanza, salvo porque no era capaz de hacer un mortal para realizar un disparo cargado hacia atrás. De nuevo mi falta de agilidad me la ha jugado, mas no me sentía decepcionado, después de todo. Tengo una idea para poner las cosas más fáciles; tan solo espero que sea posible.
Saki me esperaba afuera cuando salí del edificio.
—Comandante, buen trabajo con tu entrenamiento —Apremió—. Pero recuerda que hay que seguir practicando a fin de salir victorioso de cualquier situación adversa.
—Lo entiendo perfectamente. ¿Y ahora qué?
—Aún queda tiempo para almorzar… Pero te enseñaré algo, y esta vez no tendrás que esforzarte nada.
La seguí hasta el Aulario. Una vez dentro cogimos un ascensor y con su llave electrónica lo activó para llevarnos al piso más superior. Dicha planta recibía el nombre de “Centro de Control”. Por momentos me sentí muy importante.
El Centro de Control era… Viendo que el techo era de cristal y los ordenadores parecían sacados de la base de S.H.I.E.L.D del Universo Marvel… (¿Cómo se llamaba esa nave? ¿Helitransportador?) En definitiva, molaba mazo. ¿Las chicas que trabajaban ahí? Estaban Elma, la misma que ayer miraba fijamente un portapapeles; Daraen Chica (aunque mejor la llamó Daraen a secas, al menos mientras no me encuentre con su contraparte masculina); Dia (no sabía que tuviera un puesto tan importante en la INCRAN. Bueno, habiendo sido antes, según me contó Mari, presidenta del consejo estudiantil de su instituto, ser administradora quizás no fuese una locura); y por último Anna. Todas trabajando en un panel de control de lo que sería el ordenador principal. Había también muchas más chicas trabajando en los ordenadores restantes, pero no las reconocí. Debían de ser las extra de la película.
—Hombre, ya era hora de que vinieras aquí —Me saludó Anna—. Bienvenido al Centro de Control.
—Lo mismo digo —Replicó Dia.
—Hola chicas —Murmuré formalmente.
Elma giró 180° su silla de oficina. Pelo blanco, ojos azules y piel oscura. Vestía una armadura roja y blanca.
—Saludos, comandante. Mi nombre es Elma. Soy general de la INCRAN.
—Ah, y también general del… Comando o Grupo Skeleton o algo así —Pensé: “Hace mucho que no juego al Xenoblade. He de refrescar la memoria”.
—Exacto. El nombre lo ha acertado.
A su vez Daraen se giró. Tras lo ocurrido anoche, pensé que no sería especialmente cómodo encontrármela, mas no me miraba mal con sus ojos castaños.
—Esto… Hola Pablo —Murmuró.
—Yo… Hola… (…) Quizás debería haberte hecho caso, pero aún así…
—No pasa nada. Eso es agua pasada. A lo que íbamos, aquí Saki y todas nosotras nos dedicamos a escrutar el CrossWorld en busca de supervivientes, además de trazar estrategias para evitar la destrucción del instituto.
—Siendo una buena estratega no me extraña —Afirmé.
La estratega sonrió.
—Gracias. Y seguro que te preguntarás si se me hace rara la tecnología. En realidad Anna y yo ya nos hemos habituado. De hecho puedo afirmar sin temor que Internet es la mejor biblioteca que existe.
—Eso es porque no sabes la que montó cuando la llevamos aquí… —Puntuó la general de Xenoblade.
—¡Hey, Elma!
—Perdona. Siendo como soy ese comentario estaba fuera de lugar.
No pude evitar sacar una risilla sutil. Me dirigí a la idol.
—¿Y cuál es tu cometido aquí, Dia?
—Yo soy lo que era en mi mundo antes, o sea, directora del consejo estudiantil, que viene a ser una representante de los integrantes de la INCRAN. Tengo un despacho propio, incluso. Y siendo bastante importante estoy autorizada a formar parte del Centro de Control… Aunque sólo como ayuda puntual.
La directora me tocó la espalda.
—Y bien. Ya que estamos aquí, tenemos que hablar… —Decía seriamente mientras se sentaba en el ordenador principal.
Pillé una silla cercana e hice lo mismo que mi secretaria.
—Se trata de la Tormenta Estelar —Puntuó Elma con los ojos cerrados—. No se trata de un simple fenómeno meteorológico. O debería decir… Fenómeno cósmico.
Tras cargar unos archivos, la pantalla holográfica, esta mostró un esquema del CrossWorld donde se simulaba una Tormenta Estelar.
—Esta peligrosa caída de rayos cósmicos se producen debido a las sinergias entre el CrossWorld y los dos Multiversos —Explicó Saki—. No sabemos mucho acerca de su naturaleza.
—Lo que sí sabemos —Continuó Daraen— es que tras cada Tormenta Estelar, una o varias personas son traídas a este mundo. Hasta tu llegada, Pablo, solo habían llegado chicas. Y, por supuesto, ignoramos el por qué de esto último.
—Pero lo más extraño de todo… —Prosiguió Anna refiriéndose a mí— Es que tú no has llegado por una Tormenta Estelar. A lo que me lleva preguntar… ¿De qué saga eres?
Una cuestión que me descolocó por completo.
—¡¿Yo?! (…) No… No pertenezco a ninguna saga de anime —La ira, sin venir a cuento, se apoderó de mí—. ¡No soy ningún personaje! ¡Soy una persona real a la que habéis quitado sus recuerdos!
—Tranquilízate —Me calmó la comandante de Askr—. Lo entendemos. Y no te hemos quitado los recuerdos.
Las otras chicas asintieron a fin de darle la razón.
—Supongo que sabrás que yo… —Sugirió Daraen.
—…despertaste sin ningún recuerdo anterior a tu encuentro con Chrom y Lissa —Una parte de mí deseó no haber terminado la frase refunfuñando.
—¡Me dejas de piedra! Eso demuestra que tienes recuerdos.
—Sí, pero sólo sé cosas sobre los videojuegos, el anime… En definitiva, de cosas frikis. De mi vida anterior solo he ido recordando trocitos.
—Entonces tiene usted más suerte con respecto a Daraen en ese aspecto —Afirmó la idol. Que bien que supo cómo calmarme.
—Ya veo. Quién sabe… Y ahora pregunto yo. ¿Quién, o quiénes, han sido convocadas a este mundo por la Tormenta Estelar de anoche?
—No lo sabemos hasta que las rescatamos —Contestó Elma—. Nuestra unidad Pathfinder ya las localiza automáticamente, y luego enviamos un helicóptero en caso de que se encuentren a varios kilómetros de la INCRAN. Todavía tenemos que desarrollar tecnología de teletransporte para agilizar los rescates y…
—Tuviste suerte de haber aparecido en el Monte Shokubutsuyama, ¿eh? —Interrumpió Anna.
—Yep —Dije—. Y supongo que la unidad Pathfinder me localizó, ¿no?
—Exacto.
Fui ignorante de por qué Elma había dejado la frase en el aire cuando ella misma…
—Todavía queda una última cosa que debes saber sobre las Tormentas Estelares —Anunció.
Pausa dramática. Se venía algo gordo. Saki fue la que continuó.
—Todas las que ha habido hasta la fecha siempre han acabado de la misma forma: todas y cada una de las estrellas forman el mayor círculo posible para generar un rayo tan devastador, tan potente…
—Que destruiría los escudos de la INCRAN, incluso aunque los reforcemos —Terminó Dia con los ojos cerrados—; y con ellos el instituto entero y nuestras vidas —volvió a abrir sus ojos verde azulado—. Por ello debemos o encontrar el Anzen Kōdō cuanto antes y/o encontrar la forma de teletransportar el campus por completo.
“Gods”, pensé. Me quedé sin palabras ante la misión que se me avecinaba.
—¿A-algo más que deba saber?
—El Rayo Cósmico del Juicio Final —Prosiguió Anna— parecía caer en un lugar aleatorio cada vez. Por fortuna ahora es posible calcular su caída gracias al trabajo de nuestras astrónomas.
—Siguen un patrón cada vez —Puntuó la directora.
—¡Exacto!
—Y… Teniendo esa unidad Pathfinder, ¿por qué no habéis encontrado el Salvoconducto? ¿Le ocurre lo mismo que al Arca de la Vida?
—¡Tú lo has Dicho! —Confirmó con bastante alegría Elma. Quizás demasiado para su gusto.
—En teoría —Siguió la estratega—, el Salvoconducto está bajo tierra. Sin embargo, solo podemos cartografiar la superficie.
—¿Y no tenéis sondas de esas que se entierran como las de Xenoblade Chronicles X?
—Son difíciles de fabricar. Ya tenemos desarrolladas unas pocas para ese cometido, pero es preciso conseguir materiales.
—No me extraña.
—Bueno, Pablo —Dijo Saki—. Gracias por venir y por escucharlo todo. Espero que nos guíes para encontrar la verdad sobre el CrossWorld y para… Todo lo demás.
—De nada, chicas.
—Y ya visto el hecho de que te gusta la tecnología… Pásate esta tarde por el laboratorio de ciencia. Allí se han desarrollado muchos de nuestros inventos y armas.
—¡Mola! Cuenta con ello.
—Y ya para acabar, tienes libre acceso a esta sala con tu tarjeta electrónica. Te avisaremos cuando te necesitemos o cuando lo veas conveniente.
—Entendido. Ahora… ¿Sería menester retirarme?
Mi formal respuesta se tradujo en rubor en las mejillas de Saki.
—Qué caballeroso… —Murmuró—. Digo… Por supuesto. Ya nos veremos.
Fui activando el ascensor.
—Hasta otra.
—¡Adiós, comandante! —Me despidieron todas las chicas al unísono.
Una vez estuve dentro, me costó creer lo arduo que iba a ser mi nueva vida a partir de ahora. ¿Seré capaz de afrontar este destino… Con éxito?