lunes, 31 de julio de 2017

Harem Crossover no Kōkō | Capítulo 4 - Una pausa

Si hay algo que detesto de las amistades, es que un día alguien confiase en tí y al siguiente, sin haber hecho nada, te odiase. Más bien, odio la mala fama en todas sus encarnaciones. Yo lo que quiero es llevarme bien con todos y todas (en especial con las chicas, evidentemente), aunque a veces la timidez me lo impida. Tengo un vago recuerdo de una chica del mundo real que me llegó a odiar sin saberlo y sin conocer por qué. A diferencia de ese suceso, sí que reconozco mi error, pero Mari me había tranquilizado hace un momento, diciendo que tan sólo Ruby se sentía mal cuando Dia la llamó. Yo estoy seguro de que es una chica inteligente y que, a diferencia de la otra que he mencionado, existe la posibilidad de que haga las paces y me lleve bien con ella (velaré por que su carácter dulce lo permita). A ver, sobre lo que dijo tajantemente, me gusta un poco, pero tampoco es que sea imperativo que se convierta en mi novia, aunque si fuera el caso no la rechazaría bajo ningún concepto. Nunca he sentido lo que es tener novia, mas CrossWorld me ha ofrecido esa oportunidad con los brazos abiertos, y trataré de aprovecharla a cualquier precio.
Estaba cayendo el atardecer cuando yo y Mari salimos a buscar a Sharena. Las nubes se habían despejado. El mundo tenía esa aura característica de los animes (porque en verdad ahora vivía LITERALMENTE en un anime), incluso había algunas chicas mirando el atardecer justo como hacen en algunos endings. Mientras las veía, me pregunté en voz alta: “¿Qué hora era? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que había despertado?” No sabía ni a qué hora llegué. Miré mi muñeca. Me dí cuenta de que me faltaba material, no sólo un reloj: también un móvil, un dormitorio, música electrónica… Supuse que más tarde Saki me proporcionaría todo eso.
—Son las… Half past six. —Me contestó Mari. —Sobre cuando llegaste, ni idea.
Mi amiga se acercó a Shiro de No Game No Life, la cual estaba absorta con su móvil con una peculiar funda de perro, para preguntar la localización de la chica que buscábamos y nos indicó la fuente.
En efecto, Sharena estaba charlando con Azura, la princesa vallesa de FE Fates, ambas sentadas en la fuente del patio exterior de la entrada. No había tenido tiempo de contemplar la belleza de ambas féminas durante la reunión. Los ojos de Sharena eran tan verdes y brillantes que parecían de clorofila. Los de Azura eran dorados (mi segundo color de ojos favorito) y el reflejo del paisaje en ellos era… Lo que en inglés se conoce como “breathtaking”.
—¡Hey, el nuevo comandante Pablo! —Exclamó Sharena con la misma alegría con la que recibí a Mari—. ¡Tenía ya ganas de conocerte!
—¡Ja! Yo también reaccioné así, or something like that. —Puntuó Mari.
—Vaya, somos afortunadas de tener a alguien como tú, Pablo. —Me dijo Azura mientras me miraba fijamente— Soy…
—Azura, princesa de Valla que pasó su infancia en Hoshido y prima de Corrin. —Dije con tono pedante. Deseé no haberme pasado de la raya—. Me alegro de conoceros.
—Wow, los rumores de que sabes mucho sobre nosotras es completamente cierto. Espero que uses tu sabiduría en nuestro favor.
—Y así será. Cuenta con ello.
Azura asintió.
—Ah, Pablo —Interrumpió la princesa de Askr—. Anna me ha pedido que te fueses a la armería para recibir tu primera arma. Iban a avisarte por los altavoces, pero ya que te he encontrado…
—Parece que ya te has acostumbrado al siglo XXI, ¿no?
—Pues… Diría que sí. Una vez conocí un chico del cual yo era su mayor fan, y provenía de un mundo parecido a este. Me alegro de haber podido verlo con mis propios ojos.
Me gustó aquel comentario en todos los sentidos.
—Si me lo preguntas a mí… Yo no sé. —Dijo Azura.— Aquí tienen armas muy extrañas, como pequeños cañones que funcionan como arcos y matan instantáneamente. —Se refería a las pistolas y otras armas de fuego—. Pero bueno, me gustan los edificios, la gastronomía… Para mí es como estar en un reino extranjero.
—Curioso. Y ya puestos, ¿podríais acompañarme a la armería?
Sharena aceptó, pero Azura preferiría quedarse donde estaba. De modo que me acompañaron a un pequeño edificio parecido a un almacén: la armería. Yo, Sharena y Mari entramos por la puerta ya abierta y me quedé asombrado.
En la armería reposaban tanto armas mágicas como armas tecnológicas, armas blancas y de fuego, casi todas de diseño original. Había espadas, hachas, lanzas, arcos, katanas, naginatas, dagas,  garras, grimorios, pistolas, rifles, ametralladoras, orbitales (de Kid Icarus Uprising), etc. Todo un arsenal impresionante. Ya tenía claro que arma quería.
Anna, Saki y Sara estaban esperándome allí para entregármela.
—¡Comandante, dichosos los ojos! —Dijo Saki. Pensé que era la primera vez que una chica decía esa expresión—. Bien, como sabrás casi todas nosotras debemos defendernos para proteger la INCRAN de nuestros enemigos, y tú, como comandante que eres, no puedes ser menos. Por eso te pido que escojas un estilo de combate. Puedes elegir un arma o dos.
—¿Tienes ya una pensada? —Me preguntó Anna.
La tenía más claro que el agua.
—Elijo los Orbitales Fulgor.
—Buena elección, dude. —Me alentó la idol de Aqours.
Sara fue a buscarlos y me los entregó sin las manos. Los Orbitales Fulgor eran dos esferas azules eléctricas rematadas con unas especies de alas amarillas, con un diseño que recordaba a los artrópodos. Me sorprendía su control: se movían con sólo pensarlo adonde yo lo indicaba, aunque lo hice con cuidado para no electrocutarme bajo ningún concepto. Lo sé, no soy capaz siquiera de tocar una de esas esferas de plasma, pero aún así…
—¡Me encantan!
—Has escogido bien. —Me congratuló Sara—. Los Orbitales de Kid Icarus Uprising son muy fáciles de usar y no precisan mantenimiento alguno. Y lo mejor es que, concretamente, los Orbitales Fulgor pueden funcionar como una fuente de energía eléctrica infinita. Mañana te enseñaremos a utilizarlos con soltura.
—Y bien —Intervino Anna—, antes de que te vayas, ¿quieres alguna otra arma? Es opcional, pero si así lo deseas te recomiendo un arma blanca para las cortas distancias.
—Sí. Quisiera una lanza.
—Oh, en tal caso puedo enseñarte a usarla, Pablo. —Aventuró mi amiga a mi izquierda.
–Por supuesto, Sharena. Total, eres la portadora de la Fensalir.
—¡Ahí le has dado! —Exclamó con suma energía.
Esta vez la lugarteniente de Saki me trajo una lanza de hierro de la sección de armas blancas. No era exactamente la lanza que quería, pero estaba tan emocionado de tener una de verdad entre mis manos que no quise echarle una jarra de agua fría al asunto.
—Wow! Yo… Nunca había tenido una de verdad. A veces en mi casa me emocionaba tanto que llegaba a coger una escoba o fregona para usarla como si de una lanza se tratase.
Todas las chicas se rieron a raíz de mi comentario.
—Está bien comandante —Dijo Saki—. Ya mañana empezaremos tu entrenamiento oficialmente, pero antes… Necesitarás una habitación donde descansar. Acompáñame hasta el hotel de la INCRAN.
Todos nos fuimos al hotel. No estaba mal, pero como esto es un campus tampoco te esperes un hotel de 5 estrellas (no sé si hotel es también la palabra que mejor lo define, pero bueno); aún así, la entrada contaba con puertas automáticas. En el momento en el que entré estaba pensando en lo cariñosas que eran Mari y Sharena. Apenas las había conocido y justo antes de recibir mi cuarto privado me estaban siguiendo allá a donde fuese, sin rechistar. Sobretodo Mari. Espero mucho de ellas en mi nueva vida en el CrossWorld.
En el recibidor estaba trabajando Felicia, una de las criadas de Corrin en Fire Emblem Fates. Tenía pelo rosado recogido en una coleta y ojos azules. Una combinación común en ciertas chicas anime. La saludamos mientras estaba trasteando con un ordenador. Seguramente todavía no sabía manejarlos.
—Vaya, tiene tela usar estos… (…) Anda, Saki. ¿Has traído a nuestro comandante?
—Así es. Simplemente le hemos traído para darle sus aposentos.
—Ajá. —Entonces clavó sus amables ojos de hielo en mí— Tenía ganas de conocerte. Soy Felicia. Normalmente no administro hoteles, pero hoy era mi turno para trabajar aquí. Je je.
—Ah, la criada de Corrin de la Tribu de Hielo de Nohr y hermana de Flora —Dije mientras estrechaba sus frías manos—. Un placer.
—Que no te sorprenda si saca información sobre tí. —Susurró Sara con celosía.
—No, ya lo tenía asumido. Bien…
Saki le indicó la habitación específica para el comandante, o sea, yo. La criada empezó a buscar en la base de datos la habitación que me correspondía, pero parece que ni siquiera era capaz de usar el ratón. No puedo culparla de ello, teniendo en cuenta su origen. Total, que me acerqué y le dí un cursillo básico de informática (nivel básico no, lo siguiente), en un momento, y de paso le enseñé a activar las llaves.
—Ah, gracias Pablo. Me resultan muy raras estas máquinas, y encima como soy una tipa muy torpe…
—Lo sé, y lo entiendo. —Dije con sinceridad.
—Muy amable por tu parte —Y entonces me alargó la mano—. Y bien, aquí tienes la llave, aunque no entiendo cómo es posible que ese trozo de papel duro pueda abrir puertas. —Pensé: “¿Papel duro? Really?”— En cualquier caso, no la pierdas (como hago yo a veces).
Le dí las gracias. A continuación, Saki anunció a mis acompañantes que podían retirarse, por lo que, 2 minutos después, todas se habían separado de mí… A excepción de Mari. Parece que he tenido la suerte de poder dormir justo enfrente de su habitación, mientras que Sharena dormía en un piso superior. Le dí otra vez las gracias por todo a mi compañera, desbloqueé la puerta y entré en mi cuarto.
Quizás por fuera el edificio podría definirse como “mediocre”, pero… Aplíquese la expresión: “No juzgues un libro por su portada”. Mi nuevo cuarto privado parecía sacado de un hotel de 5 estrellas, con una cómoda cama de matrimonio [😏], un escritorio con ordenador portátil, una ducha de esas con hidromasajes y todo…
—Wow! Just… Wow.
Me acosté sobre la cama cual Hawlucha haciendo Plancha Voladora. ¡Qué sábanas! Acto seguido eché un vistazo al escritorio. Me habían dejado un móvil bastante bueno, así como un reloj digital. Sentía una necesidad imperiosa de escuchar música por momentos, así que encendí el ordenador y puse la contraseña escrita en una nota kawaii (¿Cortesía de Saki?). Dicha nota también indicaba los horarios de la cafetería, la zona de piscinas, las de entrenamiento… Sin ir más lejos, pasé la siguiente hora y media descargando música electrónica (mi favorita) hasta que llegó la hora de cenar a las 20:30, un pelín temprano para mi gusto.
Pero no estuve solo.
Hacia las 19:45, Mari llamó mientras buscaba la canción Fever de Skytech, y la dejé entrar.
En serio, que chica tan… Cariñosa y preocupada por mí, y eso que la conocía desde hace unas pocas horas. Estuvimos charlando largo y tendido sobre nuestras vidas, de cómo se sintió ella cuando empezó a servir a la INCRAN, de su arma (una especie de bastón con estrellas en los extremos que lanza cometas al girarlo enérgicamente y que puede funcionar como una especie de escoba propia de las brujas de toda la vida), de sus gustos musicales (le gusta el “rock industrial” o como se llame), de sus relaciones con la peña, y luego está la parte más “fan-service”:
—Ahora, quiero preguntarte una cosa que siempre he querido saber. ¿Os lleváis mal las Aqours y las µ's?
—Mmmm… Very good question. Aquí, sin ir más lejos, no. Somos amigas incluso. De hecho me llevo especialmente bien con Nozomi. Pero no puedo decirte cómo nos llevábamos en nuestro mundo.
—Interesante. ¿De paso podrías presentarme a Nozomi? Es mi favorita de las µ's.
—Yes! Acompáñame para que la conozcas.
Dejé en “stand by” el nuevo ordenador y salí. De no ser por la idol casi me olvido de la tarjeta, mas no monté numeritos. No sé por qué en los hoteles siempre me pasa lo mismo. (¿Eso lo acabo de recordar?).
Echaba un vistazo a la Wiki de Love Live al mismo tiempo que Mari me llevaba al cuarto de Nozomi cuando me advirtió:
—Listen! Hagas lo que hagas, no la hagas enfadar. Pero dado que eres un chico no creo que… —Estaba tan distraído que por poco se me cae el móvil al suelo.
—T-tendré cuidado —Dije con ojos como platos tras reincorporarme.
Estábamos a punto de llamar cuando oímos un grito que se tradujo en un escalofrío. Provenía de las cuerdas vocales de la idol que buscábamos.

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