sábado, 15 de julio de 2017

Harem Crossover no Kōkō | Capítulo 1 - Llegada al nuevo mundo

Caí en el mismo destino que cierto personaje de Nintendo. Daraen se llamaba.

Justo cuando recobré el conocimiento, como un suceso que marcó un antes y un después, sentí cómo mi cuerpo volaba sobre los cielos. Por un nanosegundo creí que tenía la habilidad para volar, pero al sentirme a merced de la gravedad cambió la cosa, y afortunadamente el leñazo contra el suelo no fue para tanto. Estaba en un bosque en la falda de un monte, el cielo estaba nublado. Mi instinto de friki lo habría relacionado con el Monte Arboleda de Yo-Kai Watch.

Pero había algo especial.

Todo a mi alrededor no tenía, digamos, las texturas del mundo real. Era como si estuviera en una serie de anime de esas que tanto me gustan. Me sorprendía tanto como me asustaba. ¿Qué clase de realidad virtual era esta? Luego comprobé que estaba “físicamente” en el mundo anime, sin ser alguna clase de sueño o alucinación. Me bastó tocar el suelo y sentir también los olores y la humedad del aire.

Antes de seguir sería menester presentarme.

Me llamo Pablo, alias NiosoMAX. Soy un friki de los videojuegos, la tecnología, las chicas de anime y los ojos femeninos, sobretodo los verdes. Mis recuerdos de mi existencia eran claros hasta de desperté. Sabía que había un antes, pero ese antes se convirtió en una niebla espesa. Sin embargo, había otros recuerdos que me eran frescos: los videojuegos que había jugado, las series que había visto y otras que no pero conocía, como numerosos animes que descubrí en cierta red social (la cual era mi principal fuente de imágenes de la galería de mi móvil [Nah, una curiosidad, ya está]), así como datos varios sobre muchos de sus personajes.

Una vez comprobé la estructura interna de mi cabeza, no tuve tiempo ni para pensar dónde y por qué estaba allí cuando ví una figura pelirroja con un hacha.

No tardé en reconocerla.

Por increíble que parezca estaba, ante mis narices, un personaje de estética anime. Se trataba de Anna, del videojuego Fire Emblem Heroes, aunque sabía que tenía muchas hermanas gemelas que aparecían en otros juegos de la saga Fire Emblem.

—Vaya… Saludos. ¿Cómo es posible que haya aparecido… Un chico? –Dijo mientras me asombraba su habla en perfecto castellano, cuando me esperaba que hablara en inglés con su voz de Karen Strassman.

La saludé y, habiéndome olvidado de presentarme ante ella, le pregunté si era realmente quien yo esperaba que fuese. Su cara se llenó de tal asombro cuando de mis cuerdas vocales salieron su nombre y su hacha, la Nóátún, que de hecho esta cayó sobre la hierba del sobresalto.

—Debes de ser un chaval adivino, sobretodo para que sepas mi nombre y el de mi hacha entre otras cosas. ¿Seguro que puedo confiar en tí? O sea, ¿que no eres alguna clase de espía?

Entre los valores que todavía conservaba en ese nuevo mundo se incluía mi benevolencia. Iba desarmado y no tenían la más mínima intención de hacer el mal. Simplemente había jugado al juego donde Anna aparecía, y ahora estaba hablándola cara a cara, cuando personajes como ella no eran de carne y hueso.

Pero NO era el caso.

En este mundo Anna era tan real como yo, y si así fuese, entonces otros personajes ficticios también existirían. Lo que no sabía era si esto era Fire Emblem Heroes o si había personajes de otras sagas de Nintendo (y sí, quería conocer a cuantas más chicas, mejor).

—Pues… Verás, Anna. Me temo que acabo de llegar a este… Mundo.

—¿Cómo es posible? No se ha producido recientemente una Tormenta Estelar… ¿Habrás acabado aquí por algún tipo de portal?

—Mmm… ¿Podría ser? Cuando recobré el conocimiento estaba volando. ¿Sabes?

Anna seguía confusa, pero noté en su mirada cobriza que ya podía confiar en mí.

—Está bien. Bueno, dejemos las dudas. Te llevaré a mi base de operaciones.

—¿El castillo del reino de Askr? –Pregunté con ilusión como un alumno superdotado en la clase, aunque más bien era un fan preguntando a un ídolo.

–En circunstancias normales diría que sí, pero no estamos en Askr, ni siquiera en el universo Fire Emblem.

Aquellos me descolocó, porque nunca pensé que alguien como Anna dijera algo semejante. Sobretodo porque, en mi opinión, la mayoría de esos personajes eran un poco cerrados de mente, así que era muy raro que conociera la Propiedad Intelectual a la que pertenecía.

–Este mundo reúne personajes tanto de videojuegos como de anime. –Siguió, lo que demostraba que está Anna no era, ni de lejos, una cerrada de mente— Y está patas arriba. Pero lo mejor será llevarte ya a nuestra base a que mis contactos te conozcan. Probablemente te lleves una sorpresa… Si tan friki eres.

—¡Nunca pensé que fueras a hablar el mismo idioma que yo, literal y metafóricamente!

La chica soltó una fuerte carcajadas.

–En realidad lo comprendo. ¿Creías que nosotros los de Fire Emblem nunca entenderíamos el siglo XXI? –Guiñó un ojo y le cambió la voz a la inglesa momentáneamente– Not this time, fools! Bueno, ahora sí. Acompáñame.

–Sin problemas.

Andamos por el bosque hasta llegar a un precipicio, bajo el cual se hallaba la base. Y menuda base.

Estaba situada enfrente de una costa situada tras la carretera que daba paso a su entrada. Era enorme, casi diría que se trataba de una Universidad con sus distintos edificios, cada uno con su especialidad (y sí, era digna de la Edad Contemporánea, no como las estructuras que se hallan en los mundos de Fire Emblem). Bajamos la montaña del todo a través de un andamio metálico, cruzamos la desierta carretera y atravesamos la entrada.

Nada más entrar, flipé en colores y me entró mucho “Hype”, más incluso que cuando anunciaban un Nintendo Direct. En el territorio de la base de Anna sólo se veían hermosas chicas, todas y cada una de ellas de estética anime, con sus característicos grandes y brillantes ojos y sus finos rasgos faciales. Había muchas que no conocía, pero casi todas las de videojuegos y buena parte de las de anime las conocía, ya sea superficial o profundamente. Sus nombres afloraban en mi mente como aceite emergiendo sobre agua a medida que las reconocía. Las hermanas pegaso Palla, Catria y Est pasaron por encima de mi cabeza. Comprobé que Julia, maga de Fire Emblem, se batía en un duelo de magia contra Yoshiko, de la franquicia de anime Love Live (la cual era la que más me obsesionaba, así que ver a esa idol en combate era algo digno de ver). En una pantalla gigante ví a Maki, de Love Live, en una especie de anuncio que no llegué a ver con exactitud. Mikasa, de Attack on Titans, practicaba cortes contra un muñeco de prácticas con sus katanas dobles.

No había tenido tiempo para reconocer a todas las jóvenes cuando terminamos de atravesar el patio, con su fuente y todo, y entramos en el edificio principal, una gran torre moderna con antenas parabólicas. Me costaba creer que podía haber chicas de Fire Emblem en semejante lugar. Dentro de él ví a Elma, de Xenoblade Chronicles X, revisando un portapapeles. También me crucé con Fiora, del Xenoblade original, con Ámbar, de Kid Icarus Uprising, a Lana, de Hyrule Warriors, con Ram, de Re:Zero… Todas me miraban asombradas, y eso que no era un Justin Bieber precisamente…

Anna me condujo por los pasillos de la universidad, hasta que llegamos a un par de puertas con un letrero que rezaba “Directora del Instituto de Crossovers de Anime”. Supuse que con semejantes instalaciones el término instituto se quedaba corto, aunque reconocí que las siglas ICA no sonaban mal, en mi opinión.

“¿Hubiese quedado mejor UCA?” —Pensé— “Nah, eso recordaría a los bichejos de nombre homónimo del Zelda Twilight Princess, e iría en contra de...”.

—¡No puede ser! —Gritó de repente una voz femenina cuando entramos en la estancia.

Me fijé antes en el personal de la sala, y las reconocí. Parece que la directora de aquel instituto era una tal Saki, chica proveniente de un juego bastante poco conocido llamado ZGirls, y la acompañaba Sara, creo que su lugarteniente. Como cabría esperar, las dos eran bastante hermosas. Saki me recordaba a Hatsune Miku (a quien no llegué a localizar al entrar, pero supuse que estaba aquí), mas su pelo era rosado, y sus refulgentes ojos eran violáceos, con dilatadas pupilas. (Y yo que pensaba que eran también rosados…). La cara de Sara era bastante mona, y tenía el pelo corto y negro, preciosos ojos azules con pupilas bastante pequeñas y largas piernas rematadas con unos vaqueros tipo bombacho.

Las dos se cruzaron miradas incrédulas, como si fuera alguien de otro mundo (literalmente lo era).

—¡C-creía que nunca iba a llegar un chico a mi escuela! —Balbuceó Saki al más puro estilo tsundere, haciendo que sus palabras me parecieran un poco cortantes, pero por la forma en la que me miraba con sus galácticos ojos me hizo subir instantáneamente mi confianza.

—Pase. —Me ordenó Sara mientras me dedicaba una risilla— Y tranquilo, que no mordemos.

Me senté enfrente de ellas, y Anna hizo lo mismo. Me quedé con cara seria. Saki ordenó a Sara que sacase un sobre con la palabra “IMPORTANT” y su equivalente japonés “重要” (Jūyō). Antes de llegar al mundo anime, tenía interés en aprender japonés, y por ello sabía leer bastantes kanas, pero no los kanjis, de forma que ya más tarde miraría su pronunciación.

—Anna, ¿Cómo ha llegado nuestro nuevo invitado? Pero antes… —Se volvió hacia mí— ¿Podrías decirme tu nombre y edad, por favor?

Más que un futuro héroe de un juego RPG en el momento en el que te piden escribir el nombre de tu protagonista, mi situación era la de una persona a punto de hacer la declaración de la renta.

—Pablo Pérez Peña. 18 años.

La chica apuntó mis datos en el formulario del sobre importante y se volvió a Anna:

—¿Dónde lo has encontrado?

—En la montaña Shokubutsuyama. Desconozco cómo accedió aquí, pero supongo que fue por un portal, aunque, claro…

—¿Y es alguien de confianza?

—Llegó completamente desarmado. No me ha desobedecido en ningún momento, pero… He de suponer que sabe mucho sobre nosotras.

—Así es. —Puntué formalmente a imitación de Virion, de Fire Emblem Awakening— No entiendo cual es el problema de este mundo, y si así fuese, solicitaría poder formar parte de vuestra empresa de salvarlo. No sería menester presumir, mas tengo gran inteligencia y grandes conocimientos. Por ello quisiera saber más, además de poder luchar, si cabe, en vuestro bando.

—Suficiente. Bien… Tienes una edad perfecta, y lo más importante: eres un chico, bien educado y con ganas de colaborar con nosotras. —Me alargó la mano para hacer el típico apretón de manos, sonrió y continuó— Yo, Saki, te doy la bienvenida al Instituto de Crossovers de Anime. A partir de ahora te nombro oficialmente como Comandante de estas instalaciones y te concedo la custodia de la protección de las mismas, así como de todas las chicas que forman parte de este lugar.

—Que gran honor, en serio. No me esperaba algo semejante. —Traté de decirlo sin aparentar nerviosismo. De hecho mis piernas estaban temblando.

Tras otorgarme el ascenso a Comandante Alfa, Saki cambió. De ser una tipa seria y ejecutora a ser una adolescente alegre y servicial.

—Siento haberme comportado como lo acabo de hacer. Simplemente quería asegurarme de que eras el elegido para el ascenso. A partir de ahora yo seré tu asistente personal. Si necesitas algo, comandante, pídemelo.

Por primera vez en mi vida iba a tener mi propia secretaria, y eso que ni siquiera había empezado la universidad. También he de decir que se me hacía un poco raro que me llamaran “comandante”, pero lo acepté de buena gana.

—Comandante —Avisó Sara.

—¿Algún problema?

—Organizaré inmediatamente una reunión para daros a conocer a todas las integrantes de la INCRAN.

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